Imágenes y reflexiones sobre el sismo del 19 de septiembre de 2017

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Imágenes y reflexiones sobre el sismo del 19 de septiembre de 2017.
Sistema de Archivos Compartidos UAEM-3Ríos (Adalberto Ríos Szalay, Ernesto Ríos Lanz y Adalberto Ríos Lanz)
Galería Virtual Universitaria
Septiembre 19 de 2018

A un año del terremoto

El 18 de septiembre de 2017, a las 11:41 de la mañana, tomamos una fotografía de la torre de la Catedral de Cuernavaca, justo cuando estaban terminando las obras de restauración de tan emblemático monumento. Nunca lo habíamos visto tan acicalado. Al día siguiente, el 19 de septiembre, a las 13:14 horas, se produjo un terremoto de magnitud 7.1, con epicentro en Axochiapan, Morelos.

El reporte oficial del INAH sobre los daños sufridos en nuestro país señala que, de cada 5 monumentos vulnerados, uno forma parte del patrimonio morelense.

Monumentos que se creían a prueba de temblores, como el Convento de San Juan Bautista de Tlayacapan, con sus gigantescos contrafuertes, de repente, colapsaron.

Morelos vio afectados sitios de gran valor histórico y cultural como el Rosetón de Yecapixtla, una de las reminiscencias góticas más importantes de Morelos y de México. Otra joya novohispana dañada fue el espléndido mirador del Convento de la Natividad, en Tepoztlán.

En la Zona Arqueológica de Xochicalco continúan los estudios para diagnosticar los daños causados por el sismo y definir las medidas necesarias para su protección. Xochicalco fue inscrito como patrimonio mundial, por ser escenario de eventos trascendentes en la historia de la humanidad como las observaciones astronómicas y aplicaciones calendáricas ahí realizadas.
Otro tesoro del patrimonio cultural de Morelos, los murales realizados por Diego Rivera en el Palacio de Cortés, sufrieron daños, al igual que el edificio, el más antiguo de su tipo en la América Continental.

Las heridas al patrimonio cultural morelense son enormes. El legado de innumerables generaciones obliga a observar con lealtad a los ancestros, valemos por lo que somos y somos por lo que hemos heredado y aportemos generacionalmente.

Infortunadamente sobran los ejemplos de afectaciones, como la torre campanario del Convento de San Juan Bautista, en Tetela del Volcán, la Capilla de San Jerónimo en el panteón viejo de Tetela del Volcán, y el arco atrial del Convento de Pazulco, así como su retablo.

Gran número de torres campanario y chacuacos, bóvedas y pinturas murales al fresco, además de edificios públicos e históricos, fueron afectados en diferentes puntos del estado.

74 morelenses murieron, 30 mil casas fueron afectadas, 2 716 de ellas como pérdida total. Ante la tragedia aparecieron hechos ejemplares y múltiples lecciones, como la aparición de grupos voluntarios que solidariamente trabajaron sin descanso, por ejemplo, en Jojutla. Fenómeno que invariablemente aparece y caracteriza a México.

El apoyo de hermanos de múltiples rumbos surgió sin demora, una vez más, la organización del pueblo rebasó cualquier expectativa y digna de celebrarse fue la respuesta de la juventud, que recibió su bautizo telúrico.

La Universidad Autónoma del Estado de Morelos se constituyó como núcleo para hacer llegar la ayuda y para el análisis de experiencias y búsqueda de soluciones.

Se detectó e insistió en la erradicación de malas prácticas constructivas, se ponderaron los atributos de nuestra ancestral arquitectura de tierra, y se revisaron nuestras propias heridas que obligaron, por ejemplo, el derrumbe del edificio fundacional del campus central.

En México, convivimos con los volcanes, en una de las zonas sísmicas más importantes del mundo: el Cinturón de Fuego del Pacífico.

Por ello, las universidades públicas se han colocado a la vanguardia en cuanto a la mecánica de suelos, estudios de sismicidad, investigación de materiales, e incluso, aprovechamientos geotérmicos. Estos conocimientos nos permiten conservar mejor nuestro patrimonio, así como interactuar con nuestra realidad telúrica, como es el caso de los aprovechamientos geotérmicos en Los Azufres, Michoacán, o Cerro Prieto, en Baja California.

Estamos ciertos de que las mismas manos que edificaron moradas y monumentos, los volverán a levantar, y en ese esfuerzo, la Universidad estará presente a través de la docencia, la investigación y la difusión.

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